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EL SÍNDROME DEL "LO DEJO TODO"

Septiembre 9, 2018

Vivimos con prisa todos los días, ¿por qué programamos el gimnasio con tan poco margen que tenemos que salir corriendo? Nuestra rutina ni tiene espacio para activar el modo disfrute", analiza O. Varela, psicólogo. Todo esto nos ahoga y ahonda en esa llamada "crisis post-vacacional".

¿Mito o realidad? ¿revelación o timo? Realidad y rebelión (las de las costumbres del cuerpo): es cuestión de biorritmos. El psiquiatra Benito Peral nos ayuda a entender cómo el romper con las rutinas y volver a retomarlas hacía estragos en nuestro ánimo y en nuestro cuerpo.

 

"No trates de hacer todo lo atrasado la primera semana; recupera cuanto antes tus rutinas de disfrute, haz de ellas un ritual intocable, son tu buena vida; pregúntate si tienes tiempo para descansar, para no hacer nada…". 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero queremos llegar más allá: ¿por qué nos da por querer volver a lo básico, a la felicidad menos artificiosa? “No es ninguna tontería querer volver a lo básico; en el fondo somos prisioneros de cosas superfluas y cuando salimos de vacaciones el tiempo se para y empezamos a ver que es posible estructurar un día de otra manera, vivir de otra forma”, nos dice Peral.

Bien. Así que es algo sensato, no estamos locos ni se trata de una idea descabellada. Pero la conclusión es algo desalentadora: ¿tenemos más y estamos más insatisfechos? ¿Dónde está entonces el tope? ¿En prescindir de todo y llegar a lo auténtico?

“La crisis es más que la económica, es una derivada de algo mucho mayor y, aunque nos falta perspectiva histórica, quizás estamos en un punto de cambio de paradigma, de ruptura del estilo de vida, de los esquemas en general”, apuntilla B. Peral.

 

Esta desidia vital y esta necesidad de algo nuevo, diferente y emocionante que creemos poder encontrar en un huerto (y quizás sea así), se ha venido gestando desde hace mucho, desde que empezamos a querer comernos el mundo al terminar de estudiar hasta que nos hemos dado cuenta de que el trabajo dignifica y quema a partes iguales (sobre todo, cuando cada vez se hace más difícil el trabajar para vivir y más real el vivir para trabajar).

 

 

Peral concluye que “quien tenga un mínimo de lucidez e introspección sabrá que es un afortunado por no estar parado. Tener la suerte de trabajar es el argumento para cerrarse a la actividad. Pero eso no quita algo que está a otro nivel, a uno más profundo: hay marejada en las capas profundas”.

Somos seres biopsicosociales, como apunta Peral, y todo determina nuestro (des)equilibrio. TODO. Somos seres expuestos a estímulos, pero no somos libres. Como pececillos en una pecera, las responsabilidades, las perspectivas de futuro, el llegar a fin de mes… son los lógicos cristales con los que nos pegamos día a día.

"Si tu trabajo amarga tanto que no hay manera de endulzarlo, atrévete a explorar nuevas oportunidades, puede que descubras que tu situación no es tan mala o que encuentres una salida que ni tan siquiera te habías planteado".

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