La Leyenda de Amor del Acueducto de Querétaro

 

El Acueducto de Querétaro, emblemático símbolo de la ciudad, esconde una cautivadora leyenda de amor que ha perdurado a través de los años. En el siglo XVIII, el marqués Juan Antonio Urrutia y Arana se enamoró de Sor Marcela, una hermosa monja conocida por su inteligencia y gracia. Su amor, sin embargo, estaba destinado a ser un sacrificio.

El marqués, cautivado por la pureza y el espíritu de Sor Marcela, decidió construir el acueducto como una ofrenda para la ciudad, asegurando el suministro de agua y embelleciendo el entorno. A través de esta monumental obra, quería expresar su devoción y admiración, aunque sabía que su amor no podría ser correspondido debido a los votos de la monja.

Mientras el marqués trabajaba arduamente en la construcción, Sor Marcela, comprometida con su vida religiosa, se sentía atrapada entre el deber y los sentimientos que despertaba en ella el noble. Aunque agradecida por su gesto, sabía que debía permanecer fiel a su vocación. La tristeza de su amor no correspondido impregnó el ambiente, convirtiendo el acueducto en un símbolo de un romance perdido.

Hoy, al visitar el acueducto, los turistas no solo admiran su impresionante arquitectura, sino que también se sumergen en esta historia de amor y sacrificio. La leyenda de Juan Antonio Urrutia y Sor Marcela añade una dimensión emocional a este icónico monumento, recordando que, a veces, el amor se expresa de maneras que trascienden lo físico. Así, el acueducto se erige no solo como un ingenio hidráulico, sino también como un testimonio eterno de un amor que, aunque imposible, floreció en la historia de Querétaro.

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