Erin Leonard, doctora en Psicología e insomne recurrente, después de años recomendando a sus pacientes técnicas de relajación y respiración que a casi todos ellos les iban muy bien pero a ella no le surtían efecto, decidió buscar más allá para encontrar una solución a su problema del sueño.
Así fue como desarrolló la técnica que te contaremos a continuación. Consiste en desconectar las áreas de tu cerebro de forma paulatina para entrar en esa relajación, y hacerlo es mucho más fácil de lo que crees. De hecho, te pasaste buena parte de tu infancia poniéndola en práctica.
Leonard sugiere que probemos a fantasear. Cuando soñamos despiertos en nuestro día a día es porque nuestro cerebro siente que ciertas zonas necesitan apagarse. Es el recurso natural que tiene este órgano para reponerse del cansancio. “Las fantasías no son lo más recomendable en el momento en que un ser humano debe prestar atención al trabajo, el colegio o los seres queridos, sino que el momento perfecto para ellas es la hora de dormir”.
Cómo empezar a fantasear: Para que el truco funcione y puedas dormirte rápido, sin embargo, la doctora nos impone tres reglas.
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Que el sueño no sea serio. Cuanto más estúpido y divertido, mejor.
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Que no sea realista. No queremos convertirlo en una visualización.
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Que sea atractivo. Tiene que ser algo agradable que nos apetezca imaginar.
Como punto de partida puedes pensar en qué pasaría si te dedicaras a lo que querías hacer de niño, si conocieras a un famoso al que admiras o si te tocara la lotería. Se trata de construir un sueño en el que nos apetezca perdernos y desvariar en los detalles. De este modo, nuestro cerebro empezará a descansar.
La doctora dice que “El cerebro tiene dos sistemas, uno analítico y uno empático. Cuando una persona fantasea, alterna entre ambos sistemas dando al otro un respiro”. Y, con este apagado por turnos, entraremos en los brazos de Morfeo.
¡Vamos a intentarlo!