En este mundo donde domina la anticipación, la ansiedad le roba la identidad a los lunes, convirtiendo nuestros domingos -supuestamente de descanso, ocio y diversión- en un tormento.
¿Te ha pasado que después de un fin de semana muy agusto: libre de preocupaciones y seguramente con mucha diversión con los amigos y la familia, llega el domingo por la tarde y, más allá de si existe una cruda de la fiesta del día anterior o no, sientes que el mundo comienza a derrumbarse? Sí tu respuesta fue afirmativa, te presento los “Domingos de vacío”.
De acuerdo a un estudio de la Universidad de Pensilvania, los síntomas de esta patología dominguera son ansiedad, angustia, inestabilidad emocional, miedo, sensación de vacío, tristeza, melancolía y una predisposición a centrarse en los aspectos negativos del mundo y la existencia. Y pueden venir acompañados de alteraciones físicas, como problemas digestivos, dolores de cabeza o una mayor dificultad para conciliar el sueño. Además, sentirte tan vulnerable puede provocar que recaigas en algún mal hábito como comerte las uñas o arrancarte el cabello.
Esta pequeña depresión está catalogada como una modalidad reducida del estrés post vacaciones, que hemos sentido todos cuando toca el regreso a la realidad. Algunos especialistas han recomendado que este día se dedique a uno mismo y los que quieres. Si desde el inicio del día tienes la misión de cuidarte y prepararte para la semana, seguramente el vacío disminuirá.
Recuerda, este evento se repite 52 veces al año, no te dejes caer en su obscuridad. Mejor planea tus domingos; píntate las uñas, cocina un postre, ve la serie que querías ver, organiza tu agenda semanal, llama a tus padres. En pocas palabras, realiza actividades que te levanten el ánimo para que esas últimas horas del fin de semana no sean dolorosas. Además, verás que tus lunes también serán más fáciles de enfrentar si no te predispones desde el día anterior.
Te recomendamos escuchar nuestro podcast Domingo Sin Vacíos, con Miguel León y Yallo Rocha.