ESTA ES LA RAZÓN POR LA QUE SIEMPRE TERMINAS ODIANDO TU CANCIÓN FAVORITA

Seguramente te ha pasado que escuchas una canción que te encanta desde el primer segundo de melodía y no quieres parar de reproducirla; la pones en el auto, mientras te bañas, en tu morning routine… bueno, hasta de alarma te sirve y gritas cuando la ponen en el antro. Sin embargo, después de unas semanas ¡LA ODIAS!

Aquí te contamos la razón científica por la cual esto sucede.

Resulta que los neurólogos creen que al escuchar música que nos tiene obsesionados, nuestro cerebro pasa por dos etapas. En la primera, el núcleo caudado del cerebro anticipa esa parte de la canción que nos vuelve locos, después, el núcleo accumbens se activa cuando la canción «explota» y libera endorfinas en nuestro cerebro. Mientras más conocemos una canción, el cerebro se entusiasma en menor medida.

¿Qué quiere decir? Que si escuchamos una canción y nos enamoramos de ella, mientras sea una novedad será llamativa y nos emocionará como pocas cosas logran hacerlo. Sin embargo, con el paso del tiempo nos acostumbraremos a la emoción, lo nuevo se convertirá en rutina y dejaremos de producir endorfinas como sucedía antes.

Pero no todo es tan malo. Uno de los factores que ayudan a que te hartes rápidamente de una canción es su complejidad. Mientras más capas tenga una canción, obliga a los oyentes a escuchar con atención y eso muchas veces hace que nunca te hartes de esa pieza. Mientras que las obras menos complejas, esas que puedes escuchar sin prestar atención y te puedes aprender en cuestión de minutos, suelen ser las que se terminan por hartar.

Es por esto, que a veces el snobbismo musical tiene sentido y por eso sinfonías de Beethoven, canciones de rock progresivo e incluso Bohemian Rhapsody, tienen mucha más oportunidad de ser escuchadas durante décadas a comparación de TUSA.

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