EL MAL DEL SIGLO XXI: ESTAR SIEMPRE OCUPADOS

En una sociedad capitalista como la nuestra, estar siempre ocupado parece tomarse como sinónimo de éxito. Muchas personas en general son ya incapaces de “quedarse quietas”, por así decirlo. Con todo, en nuestra sociedad, cuando alguien se encuentra sin nada que hacer o decide pasar las tardes de manera relajada en el sofá, hay cierta sensación de incomodidad, incluso de culpa, como si no estuviera permitido estar plenamente inactivo.

La norma en la vida actual es siempre estar ocupado, siempre tener cosas que hacer para sobrevivir o demostrar el éxito rotundo. En ocasiones, esto empieza desde la infancia, con una cantidad excesiva de clases extracurriculares para hacer un poco de tiempo antes de la cena familiar (si es que la hay).

En la actualidad, estar ocupado es un estilo de vida deseable y obligatorio. La enfermedad de estar ocupado es la respuesta a un sistema de explotación no sólo de los recursos de la naturaleza sino también de la fuerza obrera y la capacidad creativa del ser humano. En cualquier ámbito, la explotación destruye todo sentido de bienestar, salud e incluso espiritualidad.

Desde un punto de vista de salud mental, la enfermedad del workaholism impide mantener una conexión entre mente y cuerpo y, por lo tanto, dificulta saber estar en el presente en el marco de nuestras interacciones sociales. En algunos casos puede incluso sabotear la creación o la experiencia de un sentido de convivencia, el cual resulta ser una de las necesidades básicas del ser humano.

La constante oferta y demanda de la tecnología móvil ha permitido extender los horarios del trabajo, que ha pasado de durar un promedio de 40 horas a la semana a una especie de tiempo sin límites que se extiende incluso a esos instantes que antes estaban consagrados a la vida personal. Esas horas extra que no se ven reflejadas en una nómina y que, además, se espera que se cumplan con compromiso y sin queja. La tecnología y la explotación laboral son un estilo de vida que encamina a las enfermedades del siglo XXI: ansiedad, depresión, incapacidad de vinculación afectiva y pobreza extrema.

Los expertos en salud mental recomiendan por encima de todo no dejar de lado los vínculos personales, es decir, estar con el otro sin la constante interrupción del whatsapp o las redes sociales, el cuidado de uno mismo tomando en cuenta las necesidades del cuerpo y la psique. Además de detalles como un abrazo o la atención presente durante una conversación. En pocas palabras, usar la vinculación y socialización con el otro como el antídoto contra los males subjetivos más comunes de la actualidad.

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