POR QUÉ NO MATAR A LAS ABEJAS

En palabras de Albert Einstein “Al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida sin abejas. Sin ellas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”.

Las abejas cumplen un papel esencial en el ciclo de la vida, polinizan innumerables plantas y flores, sin plantas no hay alimentos para los animales herbívoros ni para quienes se alimentan de ellos.

Hasta hace poco, la investigación en biodiversidad se centraba únicamente en la riqueza de especies, “olvidándose de las interacciones entre ellas o asumiendo que se producían de modo aleatorio, sin un patrón específico”, explicó Jordi Bascompte, biólogo e investigador.

Sin embargo, ahora es posible predecir la supervivencia de cualquier ecosistema. En este caso, es posible saber el futuro de la humanidad sin las abejas.

 

Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), hay 100 especies de cultivos, los cuales proporcionan el 90 % de los alimentos en todo el mundo, y la gran mayoría se polinizan gracias a las abejas.

¿Imaginan qué pasaría si se extinguieran? Es difícil cuantificar los efectos de su desaparición, pero lo que nos queda muy claro es que estos serían muy graves: se alteraría el número de especies vegetales, algunas podrían desaparecer. Se reduciría drásticamente la biodiversidad de la flora lo que provocaría la alteración de todo el ecosistema y las producciones agrícolas tendrían que hacer frente a grandes pérdidas económicas por la reducción en la producción, algo que sin duda afectaría a todo el mercado alimentario y transformaría nuestros hábitos de consumo de manera radical.

¿Por qué están desapareciendo?

La drástica disminución de estos seres comenzó en el 2012, en Estados Unidos, cuando la población de abejas se redujo un 60 % en la temporada de invierno, cuando comúnmente bajaba de 5 a 10 % como máximo. Se catalogó como el peor año en la apicultura en las últimas cuatro décadas.

La progresiva extinción de las abejas se debe a varios factores. En primer lugar, una de las causas son algunos parásitos, como la varroa, un ácaro que enferma a las abejas y que puede destruir colmenas enteras. Aunque existe tratamiento para la enfermedad que provoca, este requiere continuidad y genera dependencia.

Otro problema, no menos importante, es el abuso de pesticidas y herbicidas en las producciones agrícolas. A esto se suma la contaminación ambiental y el aumento de temperaturas provocado por el calentamiento global, que acaban por dar la puntilla a las abejas, unos insectos fundamentales para el planeta.

En Oregón murieron 50 mil abejas a causa de los efectos de un pesticida llamado neonicotinoide. Este interfiere en los circuitos de aprendizaje del cerebro de los insectos. Las abejas, murieron porque no fueron capaces de alimentarse.

En resumen, la conservación de las abejas es fundamental para mantener el equilibrio del ecosistema y para garantizar la producción de alimentos.

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