Comer en un restaurante del Everest cuesta 4.700 euros

Muchas personas sufren mal de altura. Aunque éste no parece ser el problema de los cuatro cocineros que quieren entrar en el Libro Guinness de los Récords abriendo el primer restaurante en el campamento base del Everest, es decir, a 3.535 metros de altitud. La idea fue dar de comer a solo 10 afortunados comensales, el número máximo para disfrutar de esta experiencia organizada a modo de pop up efímero.

A finales de mayo, los aventureros salieron de la ciudad de Lukla, en Nepal, y llegaron a su destino tras ocho días de senderismo. Un camino que por la altitud requierió un gran esfuerzo físico y mental, aunque no fue vivido en soledad, sino que cocineros y comensales participaron juntos de la experiencia. Además, elegieron juntos los ingredientes del menú. Una carta que constó de siete platos típicos de las localidades visitadas regados por vinos autóctonos.

El proyecto, conocido como Triyagyoni , nace para sensibilizar respecto a los recursos sostenibles de la zona y apreciar los ingredientes típicos de las poblaciones locales. Por otra parte, los participantes pudieronn elegir si recurrir todo el trayecto a pie, haciendo cada día seis horas de camino, o utilizar un helicóptero para llegar directamente al pico de la montaña. Eso sí, la vuelta fue por el aire. En términos económicos, la experiencia tuvo un precio de 4.700 euros (vuelos, alojamientos y comida) y el dinero fue totalmente destinado a organizaciones de caridad.

“La dificultad más grande fue la altitud, que afectó a todo el mundo”, admite Sanjay Thakur, el chef indio que ya ha participado en otras competiciones gastronómicas como Bocuse d’Or y San Pellegrino Young Chef. “La facultad de distinguir los sabores disminuyó a lo largo del recorrido, así que planteamos un menú compuesto de platos extraordinarios que aprecian la gastronomía local, donde dominaron las especias”, declara Thakur.

Una vivencia culinaria diferente, no hay duda. No todos los días se tiene la posibilidad de disfrutar de una cena que puede entrar en el Libro Guinness. Eso sí, la idea es original, pero no nueva. En 2016, la ex chef Former Noma puso en marcha la misma aventura, aunque no se le reconoció el récord. 

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