72HRS_SINAGUA

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NOVIEMBRE 2 , 2018

72 HRS SIN AGUA EN EL VALLE DE MÉXICO

Unos almacenan agua en jacuzzis y otros en cubetas. Son dos maneras de abordar el corte masivo de suministro que afecta a Ciudad de México desde el miércoles. El primer método es el de Josele Césarman, vecina de Polanco, uno de los barrios más caros de la capital. El segundo, más humilde, es el empleado por Leonor Cabrera, residente de Guerrero, un barrio popular del centro. Durante tres días y salvando la brecha socioeconómica que las separa, a ambas mujeres les ha unido la necesidad de cuidar el líquido. Pese a dejar sin agua a 3,8 millones de personas, el corte ha tenido también claros ganadores: las empresas privadas que han suplido la falta del suministro para aquellos que pudieran pagar.

Cuando la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) anunció hace un mes el parón de 72 horas, provocado por unos trabajos de reparación, los habitantes de Ciudad de México empezaron a planear. Cada uno, según sus medios. “Fue la psicosis”, dice Mónica González, mientras pasea a su perrito en el Parque Lincoln de Polanco. “Todo el mundo andaba alterado, comprando cubetas y garrafones”.

“Yo me voy a Valle de Bravo el fin de semana”, dice Claudia Gurtz, bolso de piel al hombro. “Allí no faltará el agua”, asegura en referencia a este destino predilecto de la élite capitalina, situado al pie de una presa al oeste de la capital. A pesar de tener listos los planes de huida, ella todavía no ha notado el corte. Como es habitual en los edificios de los barrios acomodados, tanto González como Gurtz disponen de una cisterna grande con capacidad para varios miles de litros.

Y además han llenado cubetas. Toda precaución es poca en las zonas de la capital que nunca han vivido un corte de esta magnitud. 

A unos siete kilómetros de Polanco, Leonor Cabrera no se marcha a ningún lado. Ella vive el parón con normalidad, acostumbrada a incidentes de este tipo. Trabaja en un baño público en la colonia Guerrero y sabe lo importante que es el agua – “lo más bendito que Dios nos ha dado”, dice. Con o sin corte, desde pequeña le enseñaron a ahorrar, a ducharse con una cubeta entre las piernas para aprovecharla, después, en la limpieza del lavabo. Tan interiorizado tiene al ahorro que se indigna cuando ve a gente utilizar litros y litros para lavar sus coches.

La antelación con la que se anunció la interrupción del suministro ha evitado que se produjeran episodios de violencia como los vividos hace un año tras el terremoto, cuando partes de la ciudad se quedaron sin agua de repente. Hasta ahora, solo ha habido pequeños incidentes. A Cabrera, por ejemplo, le sustrajeron uno de los dos tambos que tenía para limpiar los baños públicos y en algunos barrios han intentado robar los enormes depósitos comunitarios que se instalaron antes del corte.

Aparte de alborotar, en mayor o menor medida, la vida de los vecinos de la capital, el parón también ha tenido un impacto económico significativo. La Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño de la capital (Canacope) ha calculado que 135.000 comercios han cerrado hasta el lunes, con pérdidas por ventas no realizadas de alrededor de 10 millones de dólares. Los más vulnerables han sido los minoristas que necesitan agua para trabajar, desde restaurantes a gimnasios y lavanderías.

CON INFORMACIÓN DEL PAÍS

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