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EL AMOR EN TIEMPOS DE TINDER: CITAS ONLINE

“El amor no ve con los ojos, sino con la mente” si Shakespeare tiene razón, ¿Cómo entender el cortejo y el amor en los tiempos de Tinder? Específicamente bajo la idea de que las relaciones sociales son mediadas por imágenes, más que por sucesos.

Tinder es una aplicación (APP) para conocer a personas y ligar. La APP sincroniza parte de tu perfil de Facebook,  de donde seleccionas fotos, y las complementas con un texto que te describa. Ajustas el rango de edad de las personas que quieres conocer, su ubicación aproximada y orientación sexual. Basado en ese perfil, te arroja una selección de posibles candidatos de los cuales decides quién te gusta y quién no. Cuando le das me gusta a un candidato, que a su vez le dio me gusta a tu perfil, la APP te felicita pues “tienes un Match”.

 

Automáticamente se abre la posibilidad de chatear con esa persona. Muchos chats nunca empiezan, pero cuando un chat va bien, te preguntan: ¿tienes WhatsApp? Una nueva manera de pedir tu teléfono, no para hablarte, sino para seguir chateando en una interfaz más amigable que permita mandar imágenes para que comience el desfile de autorretratos digitales, conocidos como selfies, o de cualquier cúmulo de pixeles que refleje tus intereses o genere conversación.

Tinder surge como una variación posterior de Grindr, pero a diferencia de esta última que es exclusivamente masculina, Tinder también se puede utilizar para entablar relaciones  con mujeres, y entre mujeres. El nombre de Grindr (molinillo, picadora) enfatiza que es una plataforma más carnal, por ello, el rango de distancia en ésta es automáticamente menor, pues el enfoque es generar encuentros físicos inmediatos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por su parte, el nombre de Tinder (material flamable) hace referencia a posibilidades que pueden encenderse. Usuarios comentan que subir una foto de tu pene en Grindr es aceptable, mientras que en Tinder no. Irónicamente, en la sección de hombres buscando mujeres de Tinder, hay varios travestis, pero estos son casi inexistentes en Grindr.

Regresando a Shakespeare, si asumimos que el amor ve con la mente más que con los ojos; las relaciones mediadas por imágenes son el entorno perfecto para relacionarte con las personas en tanto que ideas construidas por ellas mismas. Auto-imaginarios proyectados, lo opuesto a personas que se enojan, tienen defectos, se enferman y se mueren. El filósofo Guy Debord lo anticipó hace más de 40 años: “Todo lo que antes era vivido directamente, ahora se aparta en una representación”.

Aunque según el New Yorker “en la Internet nadie sabe que eres un perro”, la posibilidad de ser un perro representado como modelo, termina el día en que la comunicación mediada se convierte en una cita en un lugar público, pues son más seguros y fáciles de escapar. Cuando alguien escapa, al otro lo plantan. No hay que sentirse mal por un plantón de Tinder; pues éste inevitablemente sucede.  

Otro efecto de Tinder es que de forma natural empiezas a desarrollar un multitaskingsentimental.  Disfrutas de las distintas virtudes de tus nuevos chats o citas; lo que lleva a pensar que el match perfecto es posible si se compone de la sensibilidad del usuario A, con el físico del B, la conversación de X y la cartera de W: todos somos mejorables y reemplazables en Tinder. Esto nos lleva al segundo efecto: Frankendating; o el perfil de surfista que no busca encontrar, sino navegar permanentemente entre las opciones.

 

Esto deviene en que por buena que sea una cita o un partido, permanece la sensación de que nunca es suficiente, pues en la APP existe otra opción mejor, la cual estás por encontrar. Hay surfistas de Tinder que en ocasiones viven felices con su pareja, no buscan una relación, pero a escondidas disfrutan la diversión de morbosear usuarios, la euforia de cuando recién conoces a alguien, o la excitación de tener muchas posibilidades. Los guapos pueden usarlo para bolearse el ego o incrementar su autoestima.

¿Habitar el espacio chatarra de las relaciones humanas?  Lo que sucede con la comida o el espacio chatarra, es que cuando la consumes, te sientes bien; pero es cuando la digieres,  eliminas o remueves, que haces consciencia de sus componentes y la pesadez se hace presente. En Tinder los chats siempre empiezan muy cordiales, “Hola, ¿cómo estás?”, lo cual no garantiza que los finales mantengan el mismo grado de respeto. Una forma de cortar futura comunicación es mandar un mensaje claro por chat, pero lo más políticamente correcto es simplemente dejar de contestar. De un momento a otro, todo el chat se desvanece en el aire…termina cuando el dedo índice se desliza hacia borrar.

Hay chats que alguien empieza pero el otro nunca responde. A veces le das me gusta a candidatos que después reconsideras, o tu amigo estuvo surfeando en tu Tinder, por la diversión de acumularte “matchs”.

Tinder no funciona si eres tímido y te da miedo empezar o contestar chats con desconocidos, hay que perderle miedo al ridículo y el rechazo, pues así como rechazas, te rechazan. La facilidad para batear y ser bateado en Tinder, desarrolla en el usuario un sentimiento de que lo único permanente es la acumulación de “matchs”. El efecto antaño doloroso de ser bateado, disminuye porque ya no tienes que ver a la cara ni producir un banquete de mentiras blancas como “no eres tú, soy yo”. El silencio de varios días dentro de una plataforma en uso, lo hace por ti.

El chat permite una cierta forma de expresión no tan autocensurada; no está tu cara para atestiguar lo vulnerable que eres, dado que estas conformado por un cuerpo mortal. Así como Tinder en general te da la impresión de las “miles de posibilidades”, el chat te otorga la oportunidad de convertirte en tu propio discurso. Primero es foto, luego texto para finalmente comprobar si la persona se parece a la foto.

 
Existen varias formas de interacción que se pueden dar en Tinder. Por ejemplo el paseo de turistas: citas de un día donde paseas a un ciudadano global y él a cambio te invita el paseo. Se valora la dimensión de lo efímero, lo exótico, el malinchismo, y se enfatiza el ahora. También existen muchos usuarios buscando eventos de una noche o amantes. Algunos en su descripción dicen estar casados o ponen selfies semi-desnudos frente al espejo, otros desde que empiezas un chat quieren hablar de sexo, o tener sexo por chat con selfies. Hay quienes chatean contigo horas para después aclarar que no les interesa ningún tipo de relación, sino solo chatear. Esos pueden convertirse en amistades digitales, que no existen en el plano físico, sino en el discursivo, como Samantha. Hay chats que eran buenos hasta que conoces a la persona y caes en el abismo entre las fotos y la realidad. Otros se convierten en novios, eventos efímeros, amantes, amigos o nada.

Las miles de posibilidades implican la ansiedad de decidir. Tal vez la frase: “La suerte de la fea, la bonita la desea”, en realidad refiere a la suerte de no tener tantas opciones. ¿Más opciones es igual a más culpa y ansiedad por una mala decisión? ¿Mas facilidad para abandonar oportunidades?Una regla de orodice que “nada es gratis”, ni siquiera una APP que no cuesta.

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